miércoles, 2 de noviembre de 2011

conservación

Para arrancar de las piedras los grafitis que durante décadas deterioraron el sitio arqueológico La Pintada, en Sonora, célebre por sus pinturas rupestres, un pequeño hisopo resultó un instrumento efectivo. Este palillo, recubierto de algodón en su punta y humedecido con solvente, debió absorber en un arduo y minucioso proceso los rayones, dibujos y trazos que vándalos marcaron en las formaciones rocosas de esta área patrimonial, afectando de paso los antiguos diseños zoomorfos (venados, reptiles o aves), antropomorfos y geométricos plasmados por los ancestros del grupo seri.


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